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jueves, 21 de julio de 2016

Silencio.

Estábamos juntos, 
ella y yo, 
en la inmensidad de la habitación.

Estábamos solos, 
sin nada que decir porque ya todo fue dicho.

Nos mirábamos, 
si hacíamos contacto visual apartábamos 
la mirada hacia el techo,
el piso, una puerta, 
o algún objeto.

Luego volvimos a hacer contacto visual, 
sonreíamos y volvíamos a apartar la vista,
en todo momento sin decir nada,
inundados por  la hermosa música del silencio.

Un silencio tan hermoso,
un silencio para nada incomodo,
es mas, era un silencio cómodo.

No teníamos nada que decir,
nada que objetar,
y no lo hacíamos.

Solo nos mirábamos
y aprovechábamos 
la comodidad de nuestro silencio.


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